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A los 78 años, el recordado músico de El Clan cuenta su vida. Una prolífica carrera en radio, televisión y teatro, ahora desde Funes
Jorge Cánepa, el recordado pianista de El Clan, vive en Funes hace más de 40 años. “Vivía en Rosario con mi mujer, en una casa de Biedma y Laprida, que todavía extraño, pero cuando nacieron los chicos alquilamos una casa en Funes. Después hubo una época en la que no sabíamos si quedarnos en Rosario o viajar todos los días desde Funes y finalmente elegimos una casa en Funes City y llevaba a los pibes todos los días a la escuela a Rosario, al Edmondo de Amicis y al Normal 1, hasta a la facultad los llevaba” cuenta el pianista rosarino Jorge Cánepa, de 78 años y una vida dedicada a su pasión por la música, el peronismo y su querido Central.
Cabellera despeinada y entrecana, remera negra, vaquero, zapatillas blancas y una campera verde oliva, que sólo se pone para la foto en el piano de un bar del centro rosarino, Jorge Cánepa mantiene su estampa inconfundible de las lejanas épocas de El Clan, el cásico televisivo conducido por el extinto Raúl Granados en los mediodías del viejo Canal 5. «Ahora lo sigo a Migue Granados, el hijo de Pablo y nieto de Raúl, que empezó con un programa de radio por streaming y la rompe. Es un fenómeno y va primero en todas las mediciones», sorprende el Peludo Cánepa.
  Nacido el 23 de febrero de 1946 en un altillo de Felipo Moré al 1100, que sus padres Oscar y Eva alquilaban, Jorge perdió a los cuatro años a su papá -Cacho- por un cáncer que se lo llevó a los 39. “Mi viejo era metalúrgico en Decarolli –DIC, la carrocera del barrio Hertz– y mi vieja era bordadora. Bordaba vestidos de novia con una máquina Singer y tenía 40 alumnas, en las épocas en las que las chicas aprendían bordado, y corte y confección. Mis padres se estaban haciendo la casa a la vuelta, en San Juan 5146, pero cuando murió mi viejo nos echaron del altillo que alquilaban porque pensaban que mi vieja no iba poder pagarlo, entonces ella y sus hermanos, que eran todos albañiles, fueron haciendo de a poco la casa. Me acuerdo que al principio no tenía piso ni puertas ni ventanas. Entonces un día apareció mi tío con una puerta y después llegó otro tío con una ventana”.
  -¿Tu mamá paraba la olla?
  -Mi vieja, a la que todos le decían Elena, pero en realidad se llamaba Eva Santarelli, era una mujer que trabajaba todo el día con el bordado, cocinaba como los dioses y era una fervorosa militante peronista. Yo no recuerdo un día que no trabajara. Bordaba blusas, hacía unos trabajos extraordinarios. En casa había días fijos para la comida: los jueves y los domingos había pastas, y un par de veces por semana mi vieja hacía un puchero exquisito, que venían a comer varios amigos.
  -Se ganaba el puchero.
  -Tal cual. Eran épocas en las que sobraba la comida porque estaba el peronismo. Había trabajo, comida, salud, medicamentos. Mi vieja era una militante peronista que iba a tocar el timbre. Algunos la puteaban y si había que pelearse se plantaba. Hablaba con todos.
  -¿De ella heredaste el peronismo?
  -Seguramente, y de mi viejo. Yo nací el 23 de febrero del 46 y al día siguiente Perón ganó su primera elección. Perón fue el mayor estadista del siglo XX, y este país es tan extraño que lo tuvieron proscripto 18 años. Perón hizo otro país, como los barrios, escuelas, hospitales y complejos como el Eva Perón de Baigorria, y los de Embalse y Chapadmalal. Cuando lo voltearon a Perón yo me sentaba en la mesa de un bar y dibujaba una P y un V. La tragedia argentina comenzó el 16 de septiembre de 1955 cuando derrocaron a Perón. En realidad había comenzado el 16 de junio de 1955 cuando la Marina bombardeó a su propio pueblo, en un caso único en el mundo, en la Plaza de Mayo. Eso está contado en la película “Bienvenido León de Francia”, que tiene las imágenes del ataque del Archivo General de la Nación, con un tango mío, muy piazzoliano, que se llama “308”, por el número de asesinados ese día.
  -¿Por qué se llama “Bienvenido León de Francia”?
  -”León de Francia” se llamaba una obra de radioteatro, que los milicos del golpe del 55 prohibieron porque decían que eran todos peronistas. Esas imágenes de los bombardeos, que no fueron difundidas, son terribles. Si te animás te invito a mirarlas. Hay una chica caminando a la que le cae una bomba al lado y queda sólo el tronco. Hay un hombre al que le falta media cara. Esos fueron 308 y entre los 700 heridos había algunos a los que les faltaba un brazo.