La entidad se interiorizó de la actualidad del sector afectado por la pandemia. Variantes de reprogramación de fiestas y compatibilidad de intereses marcaron la agenda de temas.
El encuentro tuvo lugar en el edificio Anexo del Concejo Municipal “Alfredo Palacios”. Participaron de la reunión la titular de la Oficina Municipal del Consumidor, María Julia Bonifacio; la responsable legal del organismo, Dra. Gabriela Sahd, y el representante de la Secretaría de Desarrollo Económico y Empleo de la Municipalidad de Rosario, Cristian Bergman. Por otra parte, asistieron el presidente de la Cámara de Eventos y Afines de la ciudad de Rosario, Iván Hawryluk; y los titulares de Salones de Eventos Pablo Raimondo, Adriana Montero, y Verónica Ambrogio.
La Cámara de Eventos y Afines de la ciudad de Rosario expuso en la reunión las alternativas y el destino de los eventos sociales suspendidos a raíz de la pandemia. Si bien, actualmente se permite reprogramar encuentros con otras modalidades distintas a las originales, ciertos clientes que realizaron sus pagos con anterioridad al cese de actividades dispuesto por el ASPO, quedaron con fiestas y eventos programados para fechas afectadas por la cuarentena.
A esto se agrega, según explicaron desde el sector, el impacto de la inflación en los costos fijos y operativos, lo que dificulta afrontar la realización de los eventos.
Si bien, la cantidad de reclamos legales de los clientes no son significativos, ya que se logra mayoritariamente un acuerdo de partes Salón-Cliente, en ocasiones estos últimos piden expresamente que se le respeten las condiciones pactadas originalmente. En tanto los Salones de Eventos presentan alternativas para su realización que muchas veces no son aceptadas.
“Tenemos una pérdida de ingresos importante para los meses venideros de marzo y abril; y no contamos con la posibilidad de reintegrar los fondos porque se ha ido reinvirtiendo”, explicaron.
Además indicaron la voluntad de “cumplir con los contratos lo antes posible”, y barajaron la posibilidad de reactualizar los costos de las tarjetas –no con el propósito de lograr rentabilidad- sino para cubrir los costos actuales afectados por inflación.