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Queridos vecinos y vecinas, hemos hablado muchas veces desde que me dieron el enorme privilegio de conducir el destino de la ciudad. Hoy quiero rendirles cuentas de lo que hicimos en este primer año de gobierno. Fue un año tan difícil que a todos nos cuesta encontrar las palabras para definirlo, pero también un año en el que aprendimos, quizás para siempre, el enorme valor que tiene la vida. Recordemos con amor a los que perdimos, ojalá sanemos todas las heridas y consigamos paz para nuestros corazones.

Hace 365 días, asumíamos el gobierno con dos ideas que nos guiaban y aún lo hacen: volver a respetar al otro, y estar cerca para escuchar y solucionar los problemas cotidianos. Un día de marzo todo cambió y nos despertamos en medio de una pandemia. Inmediatamente reorganizamos el gobierno y usamos toda esa fuerza para lograr el objetivo que nos planteamos desde el primer día: que no hubiera un solo vecino que se quedara sin ser atendido.

En lo personal, aprendí que ser intendente en medio de una pandemia era conseguir una donación de plasma, una cama de terapia intensiva, reclamar por la inseguridad y las quemas, ordenar una cola en un banco y ocuparse de destapar las bocas de tormenta, todo a la vez. Pasamos de analizar planes de bacheo a armar centros de aislamiento, de pensar nuevas urbanizaciones a juntar barbijos y alcohol en gel para nuestros heroicos profesionales de la salud, de incentivar el disfrute de la ciudad a pedirles que se queden en sus casas.

Quiero agradecerles con el corazón haber respetado como lo hicieron. Nadie estaba preparado, todos aprendimos sobre la marcha, pero miro para atrás y estoy orgulloso: Rosario hizo las cosas bien. Tomamos medidas duras y así contuvimos los primeros brotes. En cuanto pudimos abrimos, para reactivar la economía y recuperar libertades. Cuando el virus nos atacó de nuevo y con más fuerza, apretamos los dientes y supimos cuidarnos aún mejor. Así llegamos hasta acá. Tenemos que seguir cuidándonos, pero de a poco estamos volviendo.

Nos tocó un momento histórico, de esos que van a quedar en los libros para siempre, y Rosario estuvo a la altura del desafío. Ojalá podamos volver pronto a abrazarnos, con esa fuerza linda que tenemos los rosarinos. En silencio y con humildad Rosario vuelve: abriendo calles, iluminando, limpiando, ordenando. Con los pibes jugando, cuidando a los que más necesitan y siempre escuchando y aprendiendo.

Gracias por haber resistido este 2020. Van a venir tiempos mejores y no tengan dudas: Rosario vuelve.