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Se fue Saín y con un récord difícil de superar: más de un homicidio por día de gestión.
El proyecto de seguridad del gobierno de Perotti en manos de Marcelo Sain, no fue más que un fraude publicitario de campaña que pregonaba “Paz y Orden”. Todavía los santafesinos y santafesinas no podemos vivir en paz, y mucho menos con orden.

El gobernador y el ministro nunca dejaron de mirar por el espejo retrovisor y se chocaron con la cruda realidad. No comprendieron que lo imprescindible en seguridad es mantener programas multiagenciales y no en forma fragmentada e individual, signadas de chicanas berretas e improperios contra todos: la misma fuerza policial, la oposición y la ciudadanía santafesina en su conjunto.

El Ministro dedicó la mayor parte de su tiempo a maltratar e insultar a cuanta persona cuestionara su lento accionar en materia de seguridad.

Además de protagonizar una de las licitaciones de compra de armas más escandalosas de la década donde, por primera vez en mucho tiempo, la justicia tuvo que impedir la continuidad de la licitación y detener el proceso de compra del Gobierno Provincial.

A todo esto, el gobernador Perotti avaló con silencio u omisión, todas las barbaridades dialécticas de su Ministro, aún cuando él era parte de esos ataques. De hecho nunca se convocó a la junta provincial de seguridad siendo este tema uno de los más delicados de la gestión.

Mientras la debacle seguía su curso, y el ministro se dedicaba a atender más las redes sociales que los problemas de su ministerio, la ciudadanía se vio más desprotegida y vulnerable.

Cuando el poder legislativo quiso convocar una reunión de trabajo, el tema viró sobre los protocolos y no sobre la agenda de temas a tratar.

La gestión de Sain fue de pésima calidad, y no por lo que reflejan los fríos números del delitos, sino porque nunca pudo o quiso que otros espacios lo ayudaran a diagramar un programa de seguridad que contemplase diferentes áreas y visiones para que no sea un proyecto personalista.

Sin embargo, la salida del Ministro no fue catapultada por su paupérrima gestión, sino por un escándalo, como lo fue todo lo que rodeó y tocó al ministerio de seguridad en estos 15 meses.

En definitiva, no fue “ni paz ni orden”, fue, como decía el gran Tato Bores: vermu con papas fritas y good show. 442 días perdidos en la lucha por la seguridad provincial.

En algunos medios ya circula la idea de que “Cambia el ministro pero sigue el plan y los mismos funcionarios”. Todavía nos preguntamos cuál es el plan.

Esperamos que esto no sea solo un cambio de nombres porque la salida de Sain no termina de solucionar un problema aún más grave que es la falta de conducción de la provincia. Hasta el momento y pasado 15 meses, ya se ha consumado la salida de tres ministros y no se vislumbra un programa de gobierno que contemple al conjunto de la provincia de Santa Fe.

¿Nos harán seguir perdiendo tiempo?